Arnaldo Córdova
La reforma energética que ha propuesto el gobierno panista se hizo bajo la promesa de que no se tocaría ni se modificaría la Constitución. El recurso, ya bastante manido, es reformar mediante cambios a las leyes vigentes, pero ignorando y violando abiertamente la Carta Magna. El artículo 27 constitucional, lejos de lo que algunos leguleyos panistas dicen, es muy claro y no es para nada ambiguo. Las iniciativas de reforma de Calderón son también muy claras. Nadie puede llamarse a engaño. La Constitución dice una cosa y las iniciativas dicen otra. Calderón sólo cumple en el sentido de que no modifica nuestra norma fundamental, pero la contraviene abiertamente con sus iniciativas.
El asunto nodal de la reforma energética, que se reduce a una reforma petrolera y, en esencia, a una modificación del régimen de Pemex, es éste: mientras la Constitución dice que la exploración, la explotación y la comercialización del petróleo y del gas natural corresponde a la Nación y se llevará a cabo por medio de la empresa nacional, las iniciativas claderonistas nos proponen que en esas actividades estratégicas, según la jerga instaurada por De la Madrid en 1982 (yo era diputado federal en esa ocasión y me encargué del debate por enc0mienda de mi grupo parlamentario), debe participar la iniciativa privada.
La iniciativa de reformas a la Ley Reglamentaria del Artículo 27, como lo denunció oportunamente Cuauhtémco Cárdenas, son flagrantemente violatorias del 27. Ya todo mundo lo ha comentado y casi no hace falta referirse a los items correspondientes. Hace falta mucha cara dura para decir que no se modificará la Constitución cuando se hacen propuestas de reforma de leyes que la violan abiertamente. Entregar a los privados tareas que nuestra Carta Magna encomienda a Pemex, con el alegato de que se necesita dinero porque la empresa nacional no lo tiene, es de un cinismo incconmensurable.
Sobre ello también se ha escrito mucho. Yo mismo lo he hecho. Bastaría con que no se siguiera saqueando a Pemex para que esta empresa pudiera solventar todos los costos de su modernización, como reza el eufemismo. Como se ha dicho mucho también, Pemex sirvió para encubrir la necia y absurda negativa a realizar una auténtica reforma fiscal, consistente tan sólo en que los que ganan más paguen más. Eso nos viene de hace más de sesenta años. Y todo para estimular el crecimiento del c apital privado que nos debería hacer modernos y prósperos. Eso también ha encerrado un cinismo del tamaño del universo.
Las otras iniciativas de ley de Calderón nos proponen hacer de Pemex un instrumento totalmente dependiente del presidente de la República. El Consejo de Administración que propone la iniciativa de reforma de la Ley Orgánica de Pemex es dejarla como simple cuarto obscuro de los antojos del presidente. En él no intervendrá el Congreso ni la sociedad. Todo será asunto del jefe del Ejecutivo. Sólo el sindicato corrupto y entregado al presdiente podrá nombrar representantes. Ya podemos imaginarnos lo que eso significará, sobr etodo cuando se postula que dicho Consejo será el que dicte la política general de Pemex.
Hay muchos lados obscuros en los proyectos de iniciativa. Que el monaguillo que es presidente del PAN diga que no hay necesidad de discutirlos y que, en todo caso, de eso se debe encargar el Congreso es condenarnos a que se nos imponga todo lo que Calderón y los derechistas priístas están decididos a hacer. ¿Por qué entregar a los pirvados funciones esenciales, que garantizan nuestra independencia energética y que siguen vigentes en la letra de nuestra Constitución, a los privados, nacionales y extranjeros? ¿Qué intereses mezquinos encierra el propósito y quiénes son los grupos políticos que se benficiarán de ello? ¿Qué ganan los reaccionarios yunquistas del PAN que nos gobiernan? Eso lo tenemos que aclarar y por eso pedimos un debate amplio y prolongado.
* Tomado de 4 artículos para la reflexión, primer número.
El asunto nodal de la reforma energética, que se reduce a una reforma petrolera y, en esencia, a una modificación del régimen de Pemex, es éste: mientras la Constitución dice que la exploración, la explotación y la comercialización del petróleo y del gas natural corresponde a la Nación y se llevará a cabo por medio de la empresa nacional, las iniciativas claderonistas nos proponen que en esas actividades estratégicas, según la jerga instaurada por De la Madrid en 1982 (yo era diputado federal en esa ocasión y me encargué del debate por enc0mienda de mi grupo parlamentario), debe participar la iniciativa privada.
La iniciativa de reformas a la Ley Reglamentaria del Artículo 27, como lo denunció oportunamente Cuauhtémco Cárdenas, son flagrantemente violatorias del 27. Ya todo mundo lo ha comentado y casi no hace falta referirse a los items correspondientes. Hace falta mucha cara dura para decir que no se modificará la Constitución cuando se hacen propuestas de reforma de leyes que la violan abiertamente. Entregar a los privados tareas que nuestra Carta Magna encomienda a Pemex, con el alegato de que se necesita dinero porque la empresa nacional no lo tiene, es de un cinismo incconmensurable.
Sobre ello también se ha escrito mucho. Yo mismo lo he hecho. Bastaría con que no se siguiera saqueando a Pemex para que esta empresa pudiera solventar todos los costos de su modernización, como reza el eufemismo. Como se ha dicho mucho también, Pemex sirvió para encubrir la necia y absurda negativa a realizar una auténtica reforma fiscal, consistente tan sólo en que los que ganan más paguen más. Eso nos viene de hace más de sesenta años. Y todo para estimular el crecimiento del c apital privado que nos debería hacer modernos y prósperos. Eso también ha encerrado un cinismo del tamaño del universo.
Las otras iniciativas de ley de Calderón nos proponen hacer de Pemex un instrumento totalmente dependiente del presidente de la República. El Consejo de Administración que propone la iniciativa de reforma de la Ley Orgánica de Pemex es dejarla como simple cuarto obscuro de los antojos del presidente. En él no intervendrá el Congreso ni la sociedad. Todo será asunto del jefe del Ejecutivo. Sólo el sindicato corrupto y entregado al presdiente podrá nombrar representantes. Ya podemos imaginarnos lo que eso significará, sobr etodo cuando se postula que dicho Consejo será el que dicte la política general de Pemex.
Hay muchos lados obscuros en los proyectos de iniciativa. Que el monaguillo que es presidente del PAN diga que no hay necesidad de discutirlos y que, en todo caso, de eso se debe encargar el Congreso es condenarnos a que se nos imponga todo lo que Calderón y los derechistas priístas están decididos a hacer. ¿Por qué entregar a los pirvados funciones esenciales, que garantizan nuestra independencia energética y que siguen vigentes en la letra de nuestra Constitución, a los privados, nacionales y extranjeros? ¿Qué intereses mezquinos encierra el propósito y quiénes son los grupos políticos que se benficiarán de ello? ¿Qué ganan los reaccionarios yunquistas del PAN que nos gobiernan? Eso lo tenemos que aclarar y por eso pedimos un debate amplio y prolongado.
* Tomado de 4 artículos para la reflexión, primer número.